miércoles, 18 de julio de 2012

Entrevista al escritor Dante Castro Arrasco.



Entrevista de Ramiro Sánchez Navarro.
Dante Castro Arrasco (1959), nació en El Callao, y por lo tanto es chalaco de nacimiento. Es un escritor de la nueva generación. Su creatividad literaria le ha hecho merecedor a varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Casa de las Américas de Cuba. Conscientes de su valía intelectual y de sus ideas políticas, hemos querido dialogar con él para conocerlo un poco mejor y para conocer su opinión sobre su narrativa, además de sus inquietudes sociales y políticas, entre otros temas. Dante  es egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,de LIma-Perú, donde se especializó en Literatura pura. He aquí la entrevista.
RAMIRO SANCHEZ NAVARRO (En adelante RSN).- ¿Tu vocación de literato es por influencia familiar, de tus amigos o porque lo obtuviste mediante tus estudios en el colegio y en la universidad?
DANTE CASTRO ARRASCO (En adelante DCA).-Quisiera decir que todo eso junto, estimado Ramiro. Pero hay prioridades y responsabilidades diferentes. Soy un ser literario, gracias a mi madre. Ella me hizo escritor, lector compulsivo, así como mi padre me hizo cazador, campeón nacional de tiro, etc.; y de la combinación salió el “cuentero de monte adentro” que ahora ves. Lamento decir que la universidad, los estudios de literatura, aportaron muy poco a mi vocación: casi me hacen desertar. En el colegio, dos profesores andinos Lindverght Tello Mejía y Carlos Flores Villafuerte, aportaron mucho; tanto que les dediqué mi primer libro.
RSN.- ¿Desde qué edad escribes y qué es lo que te mueve a escribir? ¿Dirías que la tarea de escribir es para ti una suerte de terapia, de catarsis o un instrumento de lucha y de trabajo?
DCA.- Es un instrumento de lucha. Cuando ya tuve seguridad en el arte de narrar, intencionalmente lo puse al servicio de mi causa. El primer Vargas Llosa, aquel que disfrutaba leer, tiene la teoría de los demonios del escritor. En ella explica los demonios culturales, bibliográficos e históricos, entre otros. La obra literaria de un escritor es el reflejo de procesos más complejos. Somos seres políticos por naturaleza.
RSN.- ¿A qué se debe en ti el hecho de que aún no hayas incursionado en el campo de la novela? Tu nombre de escritor está básicamente asociado a la narración de relatos. ¿Podrías decir que te falta tiempo para escribir una novela, que es una obra de más largo aliento?
DCA.-Borges respondió a esa pregunta argumentando que la novela es un exceso de palabras. Hoy, en el mundo, la novela padece una de sus más graves crisis: no hay novelas geniales que te hagan saltar del asiento o que termines de leerlas de pie. Algo pasa con la novela, algo que nadie se atreve a decir. En situaciones más épicas, la novela resurgirá; no en esta calma chicha del neoliberalismo. En mi caso, tengo novelas en elaboración que, por falta de tiempo, no las he puesto aún al alcance de los lectores.
RSN.-  Debo decir que eres un escritor ya reconocido y laureado con varios premios literarios. A tu juicio, ¿qué crees tú que los miembros de los jurados calificadores a su respectivo turno han premiado en tus obras? ¿Las temáticas?  ¿Tu estilo de narrar? ¿Los mensajes implícitos de tus obras o cuál otro u otros?
DCA.- Imagino que cada jurado ha tenido criterios diferentes a otros. No van a premiar una obra de alto contenido que sea narrada con los pies. Cualquier obra que merezca ser premiada es resultado de una feliz coincidencia entre temática relevante y estilo de narrar.
RSN.- ¿Qué importancia le atribuyes a tus dos volúmenes de cuentos sobre los pishtacos? ¿Tú dirías que ellos son anecdóticos en tu obra narrativa? ¿Quizás un problema social latente aunque no tan notorio o un asunto mágico religioso vinculado a los rituales del mundo andino?
DCA.- Recuerdo que en la selva central me creían pishtaco, porque me internaba solo y sin compañía en el monte y porque nadie me había visto antes en la zona. Además, tenía una barba roja que despertaba más incógnitas. Pero detrás de la anécdota descubrí la pervivencia de un universo mágico que anida no sólo en el imaginario andino, sino en el amazónico. Los migrantes andinos llevan a la Amazonía sus mitos y leyendas. Ya con trabajos de campo que hice para mi frustrada carrera de antropología, descubrí que el pishtaco existe, que no es un mito, tampoco una leyenda. La grasa humana sirve a los chamanes para hacer medicinas, como les servía a los conquistadores españoles para curar heridas causadas por las flechas indígenas. Ellos trajeron al pishtaco. Cada uno de ellos era un pishtaco.
RSN.-  Naciste en El Callao y por lo tanto eres un chalaco de pura cepa y sin embargo tus obras literarias respiran aires andinos y selváticos. ¿Ese afán  tuyo por plasmar en tus obras estampas costumbristas y realidades de esas dos zonas geográficas peruanas responde a un deseo totalizador, a tu identificación con las mismas o a otros motivos que se ignoran?
DCA.- No surgió de un razonamiento previo o intención expresa. Mi mundo fue desarrollándose según viajaba al interior del país. Fue la fuga del mochilero adolescente y también acompañar a mi padre en sus cacerías, lo que me hizo alguien de identidad plural, aquerenciado con el mundo andino y selvático, antes que con mi propia tierra, de la cual recién empiezo a escribir.
RSN.-  ¿Como escritor consideras que el arte debe ser purista o que debe estar siempre al servicio de una causa, que no sea el arte por el arte, como por ejemplo la justicia social, las luchas sociales, las aventuras románticas, .etc.?
DCA.- Mariátegui decía que existían tres expresiones: la literatura pura, la literatura comprometida y el adefesio literario. Sin embargo, el primer número de la revista Amauta está dedicado a José María Eguren, no a un poeta comprometido. Los militantes de izquierda no somos precisamente cultivadores de la teoría del arte por el arte. Objetivamente, el arte es social, sea por dolo, error u omisión. Toda literatura es social, porque la misma intención comunicativa del autor y su existencia material en una sociedad y en una clase, lo hacen así. El arte más puro, aunque no lo quiera su autor, es social. En nuestro lado, el militante no puede juzgar a quienes no lo son con su anteojo ideológico. Para que una obra literaria sea calificada de “revolucionaria”, primero tiene que ser una obra de altísima calidad. Eso lo dijo Mao Tse Tung, pero sus más entusiastas deificadores, no lo entienden.
RSN.- ¿Qué temas o asuntos te gustaría plasmar en tus obras y que a tu juicio aún no lo has tocado? ¿Por qué serian relevantes?
DCA.-Hay cosas que le debo a mi conciencia literaria. Por ejemplo, no existe en el Perú una tradición narrativa sobre el narcotráfico. No hay novelas sobre el narcotráfico, y si hay algunas, carecen de relevancia; tanto así que no las conocemos. Ahora estoy dedicado a hacer un volumen de cuentos exclusivamente de mujeres, donde en cada cuento la mujer sea el eje principal y sus actitudes ante ciertos desafíos de la vida se convierten en centro del argumento.
RSN.- ¿Como ves la industria editorial en el Perú? ¿Consideras tú que las editoriales acogen  las obras de los escritores basadas en la fama del autor o porque el contenido de las mismas les resulta interesante?
DCA.- Las transnacionales de la cultura no van a publicar a autores de temáticas andinas, selváticas o populares. Mucho menos a narradores socialistas, comunistas, anarquistas, revoltosos y anti sistema. Hay una intención expresa de desmotivar al lector, de despolitizarlo, de cambiar su óptica del mundo. Por eso privilegiarán obras que nada dicen. Es la literatura “nadaísta” la que tratan de imponer en colegios, universidades y público en general. Hay editoriales peruanas que sí tienen intenciones de disputarles el mercado a los colosos monopólicos de la cultura. Incluso el esfuerzo de editoriales pequeñas, es encomiable. La mayoría de autores jóvenes, se auto publica con éstas.
RSN.- ¿Qué futuro le deparas a las literaturas regionales, especialmente la andina? ¿Crees tú que goza de la suficiente acogida o que encuentras resistencias en el medio costeño y especialmente limeño?
DCA.- Lima es provinciana por excelencia. Ya no hay limeños. Si los hay, están arrinconados por la avalancha migratoria. Como nunca antes la narrativa regional, andina y amazónica, tiene un público masivo que conquistar, en la propia “ciudad de los reyes”. Es cosa de audacia editorial y de guerra mediática. Lamento decir que, desde el congreso de escritores en Madrid, 2005, comprobé que los narradores andinos no quieren pelear. Preferirían aliarse con el enemigo, como algunas castas indígenas hicieron con los conquistadores. Luego terminan como Manco Inca, en su primer momento, engrilletados por sus supuestos “amigos” hispanos, escupidos y orinados. Falta el segundo capítulo: que recapaciten sobre su encierro y les salga el rebelde con causa. Por más que adulen o confraternicen con el enemigo, nunca serán aceptados por él.
RSN.- A diferencia de Vallejo, Valdelomar, Ciro Alegría, Arguedas, etc. que hablan de sus parientes más cercanos en sus obras, tú no los mencionas para nada, cuéntanos ¿cómo se llaman tus padres, de dónde son ellos, cuántos hermanos tienes y ¿qué lugar ocupas entre ellos?.
DCA.- Somos dos hijos de una familia de inmigrantes provincianos. Mi padre, Alfonso, llegó de Arequipa a los 14 años. Mi madre, Consuelo, casi en una edad igual, llegó de Chiclayo. El norte con el sur se encontraron en el Callao. En Bellavista se enamoraron. Mi padre fue ingeniero, muy reconocido por sus obras. A su vez, mi abuela materna era italiana, de allí este color de mi piel. Mi hermano, Franco, es la otra cara de la moneda: empresarial, próspero financista, mago en economía y experto en acciones de la bolsa, estudió en la Universidad de Chicago. Es un Chicago Boy. Yo soy el menor. Algún día tocaré el tema familiar en mis obras.
RSN.-  ¿Cómo político, para ti, qué es lo más importante ¿la libertad individual, el bienestar colectivo o la seguridad social? ¿En una disyuntiva, cuál de las tres opciones elegirías, habida cuenta que no las podrías tomar a las tres juntas?
DCA.- La única garantía para el bienestar individual, está en el bienestar colectivo. Cuando hablas de bienestar colectivo, hablas de seguridad social. Pienso que la economía debería servir al hombre y no el hombre a la economía. Pienso que la libertad colectiva es de mayor importancia que la libertad individual.
RSN.-  ¿Existe para ti el sistema perfecto, donde la libertad individual, propia del sistema capitalista sea compatible con la seguridad y el bienestar colectivos del socialismo?
DCA.- No existen sistemas perfectos. He vivido en sociedades socialistas y me felicito de haber estado allí. Mi marxismo, al decir de Vallejo, no es teoría aprendida, sino experiencia vivida. El socialismo real ha tenido muchos errores, pero incluso con ellos, es preferible a las sociedades donde el hombre es el lobo del hombre. La revolución burguesa de 1789, magnificó la libertad individual hasta que en nuestro siglo se la llevó al absurdo. Aquí, en la literatura, los más entusiastas defensores de la libertad individual son perdedores contumaces, furgón de cola de la literatura oficial. Los autores de obras literarias que trascienden, tienen convicciones firmes, idearios sólidos, ideologías razonadas. Borges y Vargas Llosa, en la dercha. Vallejo y Arguedas, en la izquierda. Sea de derechas o de izquierdas, quien no tiene una posición sólida hoy, es incapaz de producir algo bueno.
RSN.-  ¿Qué opinas de aquel eslogan que pregona “pan con libertad”? ¿Crees que puede ser aplicable a sociedades como la peruana?
DCA.-Vuelvo a decirte, los más entusiastas predicadores de libertad, son quienes menos gozan de ella en una sociedad supuestamente liberal. En una sociedad absolutamente dominada por el neocolonialismo, ¿de qué libertad hablamos?... ¿Será tal vez el diario El Comercio o la Cadena CNN quienes nos digan hasta dónde podemos ser libres?... ¿Será la alienación mental de millones de peruanos, enajenados por la aplanadora mediática, eso que llaman libertad? Ese slogan “pan con libertad” es una estupidez aprista que no merece atención. El pan se lo robaron ellos y la libertad se la quitaron a muchos peruanos inocentes.
RSN.- ¿Cómo concibes tú la felicidad humana? ¿Cómo algo inherente a un determinado sistema social, económico y político o como  resultado del individuo por salir adelante y poderse dar algunas comodidades en cualquier sistema de sociedad?
DCA.- Hay quienes creen que la felicidad está en tener más comodidades, pero de tanto adorar a las cosas, el hombre termina cosificado y como sujeto estará al servicio de las cosas. No seremos mejores escritores si le dedicamos atención a las comodidades. La literatura implica riesgos existenciales, renuncias materiales y un apostolado cercano al martirio. Quien prefiera salir adelante con sus comodidades, pues debería ser comerciante o empresario, no escritor. La felicidad se encuentra cuando hay unidad entre el ser y el pensar, cuando vives como piensas. Un determinado sistema económico, social y político hace que en el hospital 2 de mayo sean dados de alta pacientes graves, porque no hay camas ni medicinas ni dinero. Otro sistema garantiza la atención médica y hospitalaria absolutamente gratuita y la educación también. Yo estoy por el segundo.
RSN.- A tu criterio, ¿cuáles son los más grandes  desafíos y riesgos que el mundo de hoy y del mañana confronta?
DCA.- El Mundo se va al carajo y no por culpa de los pobres. La voracidad capitalista, esas ganas de tener más, está llevando al planeta al desastre ecológico y poniendo en grave riesgo a la vida humana. Los pueblos de nuestro Perú se enfrentan a las empresas mineras y al estado servil, genuflexo y entreguista. Los pobres entregan la vida en defensa del agua, son abaleados por la policía, mueren heroicamente en defensa de su patria. Hay quienes mueren defendiendo la vida y hay quienes viven de la muerte. Entonces, la batalla ecológica tiene ya un sello de clase bien definido. Los ricos, para hacerse más ricos, están dispuestos a acabar con la humanidad y con los recursos naturales. Luchar por la vida, contra las transnacionales y monopolios, es el gran desafío.
RSN.-Muchas gracias Dante.

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