lunes, 17 de julio de 2017

Antonio Ureta Espinoza

Entrevista de Ramiro Sánchez Navarro
Antonio Ureta Espinoza (Concepción, Junín, Perú) es graduado en Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima. Se inicia en el campo literario con un libro de cuentos breves, de lograda factura: Cuentos del viento, publicado por Lluvia Editores en 1991, con dibujos del pintor Josué Sánchez y comentario de Pedro Escribano. Hipocampo Eds. lo reedita en el 2008 con viñetas de Edmer Montes. Antes, en 1986, había participado con el taller de Testimonio Oral de la UNMSM en la recopilación de historias, entrevistando a pobladores de distintos barrios de Lima, de la cual se publicará  en forma colectiva el libro Habla la ciudad. Poco después, hará recopilación en las comunidades de Huancayo, Concepción, Mito, Orcotuna y Tarma, por encargo de la FAO, para el proyecto de bibliotecas campesinas, trabajo publicado en Cuentos del malki. En el 2001, sale a luz su novela ambientada en La Paz, Bolivia: Después del amor y la lluvia; luego, el libro de narraciones orales de la sierra central Asamblea de gatos. Su reciente y bien recibido libro de cuentos es Venadita de Lircay, Hipocampo Editores, 2016.
En esta entrevista, Antonio nos habla de su trayectoria literaria, de su experiencia como editor, recopilador de nuestra tradición oral, además de otras interesantes revelaciones.
RAMIRO.- ¿Podrías decirme, Antonio, cómo nace tu vocación literaria? ¿Es influencia familiar, de tu medio o de la universidad donde estudiaste literatura?
ANTONIO.- En el camino de la vida vas encontrando los oficios que te acompañarán, para bien o para mal, toda la vida. En el medio familiar, en las noches, luego de las labores de la tierra y el hogar, visitaban a mi madre las tías para el chacchado de la coca y a echarle el ojo a cualquier señal adivinatoria de la bendita hoja, mensajes sugeridos por la luna, el viento, los animales, etc; luego pasaban a contarse historias diversas, así llegaban los cuentos, conocidos por todos, pero que en la repetición y en la forma de contarlos, además, ojo, en el comentario de sus bondades morales, en la moraleja, se completaba el goce y el sentido de la conversa. Todo ello llegaba a los oídos de los menores, ocultos en la oscuridad de la habitación y bien despiertos, aprendiéndonos todo el repertorio oral de las tías parlanchinas. En cambio, mi padre era hermético, un hombre austero con la palabra, dado a las órdenes enérgicas y mandados sin demora ni murmuraciones. Pero, hubo ocasiones de espiarle sus confidencias, especialmente amatorias, y descubrir en él la chispa, el aderezo verbal cuando se quedaba con la visita de mayores, con los amigos; era, en realidad, un  tremendo pícaro en las artes de la conquista del corazón. Respecto de mi carácter, los amigos de infancia me dicen que yo era un tipo tranquilo. Y yo digo, tranquilo..., quizás estaba observando todo lo que sucedía a mí alrededor; esto me retraería, seguramente, de muchas cosas. Hasta ahora, más será lo que veo y escucho; por ejemplo, hace poco descubrí, poniendo atención en ese acabado estilo para la gimnasia y gracia especial en las maromas de los gatos, que éstos, si no son ateos, por lo nenos no creen en el espíritu santo.
RAMIRO.- ¿Cómo así? ¡Explícate!
ANTONIO.- Bueno, en mi azotea a diario encontraba abundante pluma. Siempre hemos tenido gatos. Cuando me levanto, con el primer ser que interactúo es con mi gato. También tengo un pequeño jardín. Ahí veo cómo trepan a los árboles sigilosamente los gatos. La intriga era por qué tantas plumas allá arriba. Era que los gatos la habían convertido en una avícola. Bajaban de los árboles con su presa y la desplumaban sin sentimiento en la azotea. Los gatos se comen hasta el espíritu santo, dije. Para mi que en otras partes se comieron la paloma de la paz, como sugiere León Felipe en un poema.
RAMIRO.-Ja, ja. Eres gracioso. Esto también se refleja en tu escritura. Pero, volviendo a la pregunta, ¿sólo el medio familiar determinó que fueses narrador?
ANTONIO.- Claro que no. Todo este sabor y maña de contar los sucesos de la vida, años después, lo volví a encontrar en mis primeras lecturas de colegio, y ya como parte de la formación literaria, en la universidad. Y bueno, de cachimbos recuerdo que ya tenía unas historias con fuerte dependencia de la tradición oral, y se las mostraba, con esa timidez de estar cometiendo un delito, a  mis amigos Gonzalo Espino Relucé, Jorge Luis Roncal, o a Esteban Quiroz. Con ellos -en un principio también estuvieron Marcela Garay, Maritza Espinoza y el poeta Jaime Urco-,  formamos el ambicioso Taller de arte y literatura "19 de Julio" en los años de la eclosión de las revistas tiradas a mimeógrafo y papel bulki. Nuestra publicación se llamaba Arcilla. Bonito nombre, ¿no?
RAMIRO.- ¿A tu juicio, qué autores crees que han tenido algún tipo de influencia en tu formación como literato y básicamente como creador literario?
ANTONIO.- Recuerdo con veneración a mi profesor de Castellano, en el José Gálvez Barrenechea, de La Oroya, Villasante, norteño, de vestir sobrio y una dicción impecable. Tenía un parecido, por el cuidado en la tela y la labia, y por los consejos que nos daba, a mi hermano mayor, Pedro, que en paz descanse. Como él, se preocupaba por la calidad de las palabras, por cómo y qué conversar con la amiga de barrio o de colegio; el aspecto personal. Así, adueñándose de nuestra admiración y aceptación, su magisterio se hacía atractivo. Nos leía, recuerdo, con lograda interpretación emocional, poemas de Neruda, Rubén Darío o Bécquer. Y ya en el campo de la prosa, nos hizo leer Corazón, de Edmundo de Amicis. Creo que fue este gran escritor italiano que activó para siempre, en mí, el placer de escribir sobre la vida cotidiana, en este caso, con personajes del colegio, pues al siguiente año, ya en el 9 de Julio, en Concepción, yo me paso escribiendo mi diario a la manera de Corazón, donde los protagonistas deben ser el flaco y buen tipo, el escolta Sarmiento; Gamarra Estrella El Pachas y su trombón; Elías Rojas Vargas El Cuchicanca, entregado a la acuarela, a la lectura de El Profeta y a los suspiros por Elba; el malgeniado, loco y capo de los números, Jorge Espinoza; el recio Llantoy y su yunta Valentín, el muy correcto Ricardo Vargas y el otro Ricardo, Maldonado, que junto con Jaimito Orihuela y otros, venía de Matahuasi en una larga fila de muchachos en bicicleta, etc; seguramente yo anotaba también a profesores como el sabio y austero profe de religión, a quien apodábamos Clavillazo, de una delicada y discreta presencia; El pájaro loco Poma, muy campechano te  paraba en seco cualquier actitud faltosa, para motivarnos luego con sus muy  buenas clases de literatura; el gigante Napo; el profe de educación física Nasho; en fin. La personalidad de cada uno, las palomilladas y, claro, la permanente bohemia en el cuarto de Castillo Huertas, El Huachwua, buen guitarrista él, reunión de estudios y bebida que terminaba con serenata a alguna muchacha de las Heroínas Toledo, como la Pata Llerena, Gina o Elba. Este diario, lamentablemente, lo tengo por perdido. Otro autor que me guió a ciegas al amor de las letras fue Neruda. Cuando caí enfermo, me refugié en su poesía; en su relato testimonial Confieso que he vivido vi una manera de referir, con sentimiento y magia verbal, aspectos íntimos de su vida, su pueblo, el nebuloso y frígido sur de Chile, su familia obrera, como la mía, sus amigos y andares literarios y su compromiso social. En ese mismo período, de reposo, aislamiento y de torturantes banderillazos de penicilina, cayó en mis manos Así se templó el acero de Nicolai Obstrovski. Esto, en mis comienzos, antes de entrar a San Marcos. Luego habrán libros y escritores, cada cual con sus esencias propias, que me nutrieron y formaron. En la técnica: Borges, Cortázar, Quiroga, pero hubo un buen tiempo, en mí, un regusto especial por Jorge Amado y sus personajes bahíanos como Quincas Berro Dagua, Vadinho o memorables mujeres como Flor, Tieta do Agreste o Gabriela, de enjundia marginal y trasgresora, ellas. Y de nuestras letras, sin duda, Arguedas y su evangelio andino, Vargas Vicuña y su intimismo casi lacónico. En la vena oral, soy rendido admirador de Monólogo desde las tinieblas de Antonio Gálvez Ronceros, El violín de Ishua de José Gushiken y Cuentos del tío Lino de Andrés Zevallos. La magia y las peripecias de la oralidad, presentes en estos bellos libros, me impactaron a tal punto que, hasta ahora, cuestionan o tensan la pertinencia de mi propia escritura. Añadiré a J. R. Ribeyro como otro modelo de aparente simpleza y casi linealidad en la forma de escribir; Mark Twain con sus héroes formativos en edad temprana y los rusos, especialmente Chejov, en su hondura humana. Para terminar, y ser completamente sincero, debo hacer una especial mención a Cronwell Jara, que de pasadita o mientras esperábamos entrar a clases, me daba algunos buenos consejos de escritura en el patio de letras, con la advertencia que no lo diga a nadie. Cómo no decirlo ahora. Él me recomendó a Jorge Amado.
RAMIRO.-Tengo entendido que has realizado trabajos de recopilación de oralidades, ¿a propósito, qué importancia tiene para ti el rescate del mundo de las oralidades? ¿Tus relatos Cuentos del Viento son oralidades o recreaciones de oralidades?
ANTONIO.- El lenguaje oral contiene una magia especial. Es la vida misma hecha de palabras, es la primera, la más íntima e inmediata recreación de nuestros sucesos traídos al presente, no importa en qué tiempo se dio. Sí, hice con los compañeros sanmarquinos recopilación en las comunidades de la sierra central y también en los barrios de Lima. El lenguaje campesino y urbano, con sus variedades regionales o de clase, no solo me es algo familiar, me fascina. La oralidad tiene una trascendencia clave para nuestra cultura y la formación de nuestra identidad. Es en el campo de la oralidad que Arguedas y otros intelectuales abrieron el camino para el conocimiento de otras manifestaciones del pensamiento andino. Los proyectos de estudios lingüísticos asentados en la selva permiten acercarnos, valorar e incorporar como parte de nuestro ser nacional a los pueblos amazónicos con sus idiomas y cosmovisión y producción literaria oral. Sin un trabajo de campo recogiendo la oralidad de los habitantes del ande no tendríamos, gracias a Alejandro Ortiz Rescaniere, el épico y bello mito de Inkarri, clave para entender otras dimenciones de nuestra velada historia. Todo esto es escuela sanmarquina, con nuestros profesores que me señalaron algunas puertas, una de ellas es el valor estético y expresivo de la oralidad, por donde intento expresar esos pedacitos de vida que contiene Cuentos del viento. Y debo decirte, antes de conocer Monólogo desde las tinieblas y los otros audaces textos mencionados, quizás no me habría atrevido a dar un paso por la senda oral y escribir mi Cuentos del viento, que en realidad es "ficción de oralidad", concepto que maneja Gonzalo Espino, estudioso de la literatura oral. Lo que hice fue contar vivencias recreando el habla (de la región central) del sujeto literario. Cuentos del viento, por la brevedad de las historias, por lo juguetón y viajero como es el viento, su talante de migrante, pues el viento, como nadie, trasciende geografías.
RAMIRO.- ¿Qué significa para  ti escribir? ¿Una suerte de catarsis o de compromiso con el pueblo? ¿Tu producción literaria es una literatura de compromiso o una suerte de  arte por el arte?
ANTONIO.- No, no me he puesto a hacer o no he podido hacer teoría o filosofía de mi escritura. Cuánto quisiera que sea todo eso y más. Vivimos en un mundo regido por abismos de desigualdades e injusticias. Y un orden absolutamente arbitrario que nos conduce a una catástrofe como especie. Soy consciente de eso. Vivo en el lado vulnerable de ese orden. Yo, mi familia y miles de los míos sufrimos estas cadenas invisibles. Me subleva tremendo desbarajuste. Hay pensadores que llenan páginas brillantes de cómo escribir y para qué. De muchacho, claro que echaba leña a favor o en contra de uno u otro parecer. Creo que los deseos, de cómo y para qué escribir, al final de cuentas, tienen que estar en correspondencia con la realidad íntima de recuerdos, juicios, gustos, es decir, con la alforja llena de "material" para escribir. Tu capacidad para responder todos los retos que te plantea este mundo. Estos, claro, incentivan temas, historias, personajes. Sufro, me conmuevo recreando de alguna manera esta vida nada feliz y gozo, también, las pequeñas revanchas a las que tienen derecho las víctimas de los malos de la película, sus sueños y pequeñas hazañas... En ese sentido, escribir para mí es una necesidad de "hacer realidad", dar vida, a ciertas imágenes, pequeños relatos, posibles argumentos,  que se han ido tejiendo en mi memoria, pues ésta es, en el escritor, como la araña que va atrapando en sus redes palabras, perfiles, caminos, etc, y piden ser escritas; necesidad placentera por su pronta realización, pero también algo jodida, cuando no redondea o porque luego de un punto final, muchas veces me he sentido golpeado y hecho trizas por la carga del recuerdo o el rumbo que agarró la historia. No sé si eso llegará a ser catarsis. Algo masoquista ¿no? Pero tampoco, porque no te lo propones. Simplemente me siento a escribir, con algo concebido mentalmente, o ya escrito, en borrador, pero sin tanta "concepción teórica". Y lo del arte por el arte, imposible, no existe, simplemente; así uno quisiera hacerlo bajo ese modo de pensar, el producto es cultural, para la comunidad, aunque ésta sea solo de amigos. Haces un lindo dibujo, un cuadro, se lo muestras a tu mamá, ¿no? y a tu galerista. Lógico. Ja, ja.
RAMIRO.- Tú has tenido también una experiencia como editor. Me consta que por la década de 90 dirigías la editorial Grano de Arena, ¿qué pasó, sigues adelante con ella o ya la abandonaste? ¿Qué satisfacciones o decepciones te ha deparado ser editor?
ANTONIO.- Con Luis Monroe decidimos publicar, él su poesía y yo mis cuentos, en unas plaquetas. Luego continuamos con números dedicados a Mario Suárez, Cronwell Jara, Rocío Silva y otros. Monroe ya tenía pensado el nombre de la editorial de renombre cristiano, solidario, pues estaba influenciado por el evangelio de filiación protestante; a las hojas le pusimos algo simple, contundente, Voces.  Llegamos a 12. Imprimíamos poesía y cuento breve. También reeditamos, en la colección Cadernillos de poesía, a algunos poetas clásicos como Valdelomar, Rose;  de América al gran Ernesto Cardenal; a Safo, la poeta griega. Lo raro, lo bonito, era que lo hacíamos en tipografía, copiándonos la experiencia de La rama florida de Sologuren. Una linda aventura editorial, nacida a raíz de una imperdible oportunidad: Lucho trabajaba en un hogar de niños huérfanos donde contaban con una pequeña imprenta. Luego, cuando Monroe se pelea con los mandamases de este Hogar, nos íbamos con nuestros machotes a una iglesia anglicana, dueña de una buena máquina y linda tipografía; las últimas ediciones la hicimos donde el amigo Miranda, en Faucett, una imprenta donde antes era ITALPerú. Hacíamos concurridas presentaciones, veladas literarias. Nuestra entusiasta difusora era Raquelita Contreras y amigas. Decepción, ninguna. Al contrario, inolvidable. Marco Martos, nuestro querido maestro y poeta, nos confió la reedición de Casa nuestra; la tiramos a tipografía. Un lujo. Una chambita de anticuarios a pesar que ya empujaba con fuerza insolente, e imparable, las ediciones computarizadas. Dejamos de publicar  porque, al terminar la carrera, nos alejamos de nuestro medio natural, San Marcos. Y porque, a mí, me ganó la calle, la venta de libros en Quilca, los caminos, los viajes, hasta ahora.
RAMIRO.- ¿Tu novela Después del amor y de la lluvia, ambientada en Bolivia, qué se propone o mejor dicho qué te propusiste con ella? ¿Cuáles son sus constantes temáticas.
ANTONIO.- Fue un impulso poderoso que me tuvo escribiendo a partir de un pequeño diario del viaje a La Paz. Quise describir una ruptura que experimenté llegado nomás a las calles paceñas recién barridas por una lluvia, la gente, el clima, el ambiente cultural.  Varias rupturas, en realidad. Vivíamos los deprimentes días del fujimorismo. Mal momento para las creencias idelógicas. Se terminaba la vida universitaria, los amigos se dispersan cada quien por una ruta personal. Todo eso se traduce en el registro íntimo de los personajes, dados al goce, cierto diletantismo culturalista, bohemio, y extravíos sentimentales, una breve, intensa y trágica historia de amor con el telón de fondo de las Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana (Jalla).
RAMIRO.- ¿Tus libros de relatos Asamblea de gatos  y Venadita de Lircay, hacia dónde apuntan? ¿Tu podrías decir que ambas obras representan la literatura de tu región, del departamento de Junin y de toda la región Centro del Perú.
ANTONIO.- Asamblea de gatos es recopilación de relatos orales realizados en algunos pueblos del Centro. Es de temática variada, como por ejemplo el mito de origen del agua en Waricolca, o la presencia de Wiracocha por los sembríos del valle del Mantaro, mito conocido y recreado incesantemente por los narradores orales. No representa a toda la literatura oral de esta parte del Perú. Sólo es una muestra, fruto de mis andares por aquellos lugares.Venadita de Lircay,  ya es más difícil de calificar por mi parte, pues por ejemplo tienes unas historias referidas a la guerra interna de los 80-90, también hay relatos un poco de relieves histórico-míticos, o de perfiles éticomorales, rebeldía juvenil, algo de humor, angustia, en fin, sufrimiento personal y también colectivo. Creo que, si puedo ayudar a definir, son relatos con fuerte tinte andino, y no podía ser de otra naturaleza, que así vivo, recuerdo y siento. No sé si representan lo que afirmas. No es mi anhelo representar algo como una gran geografía, pues quizás se confunda con suplantar, lo que hacen los políticos, y al final, defraudan. No me pongas en el trance de hacer esto, sería triste, para mi, que alguien salga, me eche en cara este despropósito, me diga, tú no representas a Junín. Mi intención, al escribir, no va por ahí. Yo entrego mis páginas escritas al editor y ahí terminan mi poder o deseos de hacer o decir algo más. Sería veleidoso decir, estas mis obras representan a mi región, ni siquiera a la provincia, a mi querida Concepción, o a La Oroya, a donde nos llevó a vivir mi padre unos buenos años; con las justas creo expresar retazos de geografías amadas, un pedacito de mi tierra, los bordes de los sembríos por donde iban mis pies descalzos, sitios donde he temblado de frío o me abrigué con su sol benigno y he sido irracionalmente feliz con lo poco que había para serlo; en mis relatos seguramente encontrarán angustias, anhelos y alegrías, que son, en verdad, común a cualquier mortal de cualquier parte. Cuánto quisiera decir, nombrar, evocar, describir, infinidad de detalles, hechos trágicos o épicos, como también alegres y fantásticos, de todo lo visto, oído, vivido, de mi región, sus bailes, su laboriosidad y solidaridad ancestrales, etc, pero apenas si se puede esbozar, mínimamente, algo de todo ello, en el género cuento, y es que tampoco tengo la magia, la genialidad de poder hacerlo, ¡piña!, carezco de ese don; también uno teme que esto sea un tratado de geografía, antropología o de sociología. Quitarle chamba, mira tú, a los científicos de la sociedad, ja, ja. Quizás, como lector, ves que mis obras representan a una parte de nuestro Perú, hasta allí no alcanza mi capacidad de calificarlas, cierto que no me corresponde decirlo. La verdad.
RAMIRO.- A tu juicio, en el desarrollo de la literatura nacional comprometida, qué tipo de problemáticas crees tú que deben abordarse? Por ejemplo Ciro Alegría Bazán y José María Arguedas, entre otros, abordaron problemas de su tiempo como era el gamonalismo, el feudalismo, etc-.
ANTONIO.- Por qué son amadas la literatura, la música, la pintura, las artes. Porque son expresiones que generalmente sorprenden, deslumbran, sacuden nuestras concepciones y sentimientos. Nadie puede ser infiferente a las artes, pues éstas nos hablan básicamente desde el sentir y la reflexión va por ahí en torno de los problemas humanos. La guerra, el hambre, el honor, la justicia, la belleza, el amor. Nuestra literatura no creo que pueda esquivar estos temas. Un cuento, una novela deben tener una intención noble; así sea un relato absolutamente individual, tiene una proyección social
RAMIRO.- ¿Cuáles crees que son las mayores amenazas y desafíos que la humanidad de hoy debe afrontar?
ANTONIO.- Grandes retos. La vieja aspiración de justicia social y económica de millones de seres humanos frente a una inaudita concentración de la riqueza de unos pocos. La paz mundial hoy frágil ante la desquiciada ambición de intereses de dominación territorial y rapiña de los recursos naturales de los grandes monopolios económicos y varones militaristas. Y la supervivencia misma de nuestra especie y cultura humanas ante la cada vez dramática precariedad ambiental producto de la vasta e imparable contaminación ambiental y destrucción atmosférica. Se hace perentorio instaurar un modo de vida humano de justicia, convivencia de amor y paz y de armonía con la naturaleza y entre los habitantes de este punto fascinante del universo. Y esto solo será posible parando el vertiginoso y loco desarrollismo industrial por un sistema de vida, no sé, comunitario, minimalista, con fuerte dominio de lo artesanal, ecológico y apelando a la ciencia para actividades absolutamente pacíficas y limpias. Estoy soñando. Pero hay que partir de un sueño, ¿no?
RAMIRO.- Como eres hombre de cultura huanca, venido del Centro del Perú, ¿podrías decirme quiénes son a tu juicio los representantes de la literatura de tu región y cuáles son sus temáticas?
ANTONIO.- Escritores de relieve Juan y Carlos Parra del Riego, Adolfo Vienrich, Reynaldo Bolaños Díaz, conocido como Serafín del Mar, Antenor Samaniego, Julián Huanay, Augusto Mateu Cueva, Emeterio Bonilla del Valle, varios de los nombrados de las canteras mariateguianas de Amauta, Variedades o Mundial. Todos ellos vienen del anarquismo, fuerte implante en la sierra centro y sur, también se está cimentando el vanguardismo y la denuncia social y racial. No olvidar a José Gálvez Barrenechea, con su temática de lo nacional. Nuestra región es rica en poetas, narradores, pintores, y compositores (que deben ser considerados como literatos, pues al mismo tiempo son poetas, cronistas, músicos, intérpretes y difusores de la cultura) como Emilio Alanya, Zenovio Dhaga o Juan Bolívar y otros, dándonos un cancionero de hondo sentido poético, de bonitas letras.Tienes también a Pedro Monge, amigo de Arguedas, gran recopilador de inolvidables cuentos populares de nuestro valle; el buenazo de Eleodoro Vargas Vicuña, neo indigenista; otro, en plena producción y prolífico escritor, Carlos Villanes Cairo, de prosa especial, socarrona, de tintes míticos, pero también de crítica social. En poesía: el gran Víctor Mazzi, el horaceriano Tulio Mora; Eduardo Ninamango. Carlitos Orihuela. Nicolás Matayoshi y Carolina Ocampo. También recuerdo haber leído en revistas y periódicos o libros de antologías, entre las escritoras destacadas, a Isabel Córdova, María del Pilar Laña, Laura Riesco,Consuelo Arriola, Elsa Herrera, Yannina Sovero. Y aunque no nacido y sí criado y crecido en nuestra región, pongo a nuestro profesor y poeta Hildebrando Pérez Grande como muy de los nuestros. De Freddy Contreras me gustan sus relatos Crónicas de andariego,de Ulises Gutiérrez. Y de los más destacados, entre los contemporáneos, sin duda, Edgardo Rivera Martínez y Pepe Bravo. De los más jóvenes, la poeta Ethel Barja.
RAMIRO.- Hablemos ahora de la felicidad, ¿qué es para ti la felicidad? ¿Cuándo el señor Antonio Ureta dice sentirse feliz?
ANTONIO.- En verdad es difícil sentirse enteramente feliz en este mundo, siempre ajeno y cada día no ancho sino más angosto, inhabitable y cruel, para unos más, para otros menos; no me hacen feliz las situaciones de existencia de abuso y explotación inmisericorde pasadas y presentes. A veces cuando leo la historia desdichada, trágica, la nuestra, como país, o la de otros, también yo me siento profundamente desdichado, perturbado, qué hacer, en quién creer, qué sistema político o económico apoyar. Sin embargo, uno es feliz en determinados momentos significativos de la vida, una mañana cualquiera, con la caída de un tirano dañino y cruel, un descubrimiento científico a favor de males endémicos, la presencia pronta y vigorosa de la juventud junto con el pueblo protestando por una medida equivocada o defendiendo causas nobles, dan esperanzas de una vida mejor. En lo personal, el humor cajamarqués de Zarela, o el superar situaciones complicadas de salud en la familia; los amigos, el nacimiento de Dylan, mi nieto, robusto y vivaz; la presencia de Claudia y Valeria, mis nenas, ayer nomás en pañales, pensar que hoy se pintan de púberes criaturas, estudiosas y muy cariñosas; qué sé yo, una pasada de lomo de mi gato, una vieja canción, un cuadro, una nueva amistad...
RAMIRO.- ¿Qué son para ti la buena suerte y la mala suerte? ¿Tú podrías decir que la mala suerte es producto de la falta de oportunidades que impide que las personas se realicen en su medio social?
ANTONIO.- Existe el azar, sin duda. La racha, buena o mala, también. Una tirada de dados... Pero vivimos en sociedad y ésta está instituida de una forma determinada. Con privilegios y acaparamientos para un segmento minoritario. Depende cómo te agarra una carga de aire helado, abrigado o calato; una enfermedad, un problema judicial o económico. Tú dices, falta de oportunidades... Pero es más que eso. Hay un condicionamiento mayor. El juego individual es limitado; si eres un genio, un vivazo, un endiablado y audaz jugador, derrepente la haces, tú, pero ¿el resto? A mirar y apostar... O luchar, congregados, hermanados, como aconsejan los evangelios cristianos.
RAMIRO.- Si quisieras agregar algo más Antonio, te dejo libre la tribuna
ANTONIO.- Agradecido, por hacerme hablar, un poco o más de lo necesario, ja, ja.
RAMIRO.- Gracias, a ti,  Antonio por responder a esta entrevista. Has sido muy gentil.






miércoles, 19 de abril de 2017

Entrevista a la escritora Eugenia Quiroz Castañeda

Eugenia Quiroz Castañeda.

Entrevista de Ramiro Sánchez Navarro
Eugenia Quiroz Castañeda, es natural de la provincia de San Marcos, departamento de Cajamarca, República del Perú. Ha estudiado Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, donde obtuvo su Licenciatura. También hizo una Maestría en Docencia Universitaria en la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle, “La Cantuta”.
En la ciudad de Lima se ha desempeñado como profesora de secundaria y superior, en el campo de su especialidad, a lo largo de 16 años. Durante su vida de estudiante universitaria ha codirigido la revista de Literatura, Arte y Cultura, “Hoja Naviera”. Del mismo modo ha publicado artículos sobre danza y literatura oral en algunos diarios limeños. También ha sido integrante y promotora de 03 grupos de danzas folclóricas, durante 18 años. En esta entrevista Eugenia nos habla sobre su trayectoria literaria, así como  sobre otros temas de interés.
RAMIRO.-¿Cómo nace en ti tu vocación por la poesía? Es tal vez influencia de algún familiar dedicado a la poesía o como estudiante de secundaria o universitaria?
EUGENIA.-La verdad, las únicas cosas que recuerdo es que como alumna de primaria y secundaria siempre me ha gustado recitar poesías o participar en algún papel de actuación. También recuerdo, lo digo como anécdota, que en tercer año de secundaria concursé obligatoriamente en poesía y, sorpresivamente, gané un sobrecito con varios billetes. No sé qué daría para saber lo que escribí aquella vez, sólo recuerdo la palabra “crisol”. Ya en la universidad, lo que más me ha gustado es escuchar o leer la poesía romántica.
RAMIRO.- Tu poemario “Te sueño cada día” se caracteriza por ser de corte amoroso, romántico, donde el lector puede intuir una suerte de apasionamiento por el ser amado. A propósito, ¿es fruto de alguna experiencia personal  tuya?
EUGENIA.-Personalmente, siempre fui apasionada en el tema amoroso. Se podría decir que en el libro se vislumbra algo de autoimagen, algunos fragmentos fuertes de lo vivido.  No obstante, no se puede decir que, a nivel de la escritura, sea totalmente realidad a carta cabal, que todo sea puramente expresión de sentimientos biográficos.
RAMIRO.- ¿Me podrías decir qué significa aquello de “Botella al mar para Elio Edilter? ¿Quién es para ti este personaje añorado?
EUGENIA.-En realidad es una metáfora, en el sentido que se envía una carta y se espera el mensaje de respuesta. En este caso, significa que es el último recurso al que se recurre. De antemano se sabe que es una esperanza que nunca va a llegar, pero que aún se espera. Elio Edilter es un nombre anecdótico. Lo tomé de una persona muy alegre que conocí, un simpático payasito de Tarapoto, que tiene ese nombre.
RAMIRO.-Si uno lee todo tu poemario “Te sueño cada día”, como lo he leído, se advierte en él una historia amorosa, con vida, pasión y muerte (lo de la muerte en sentido metafórico), ya que el ser amado, al que el personaje protagónico del texto ama con locura se aleja por X motivos de ella y con el agravante de que no se resigna a perderlo. ¿Qué le hace implorar su amor?
EUGENIA.-Como decíamos, el tema es el amor apasionado, pero muy sufrido, el dolor profundo, lleno de tristeza, soledad, nostalgia, angustia, etc., confesado en todo momento; supuestamente se trata de un ser ideal, admirado y digno de tanto amor, aunque físicamente está ausente o se encuentra lejos, pero no por ello es inalcanzable, si uno insiste en buscarlo. Es por eso que se lucha y se le ruega, hasta el final, y se se guarda hasta la última instancia, por lo menos un hilo de esperanza.
RAMIRO.- ¿Qué es para ti el amor?  ¿Crees tú que se debe seguir amando a alguien, aun cuando uno ya no sea correspondido? Me refiero a la relación amorosa de pareja.
EUGENIA.-Prácticamente, pienso, que el amor es una suerte de casualidad en que dos personas, con gustos muy afines, se encuentran y deciden mutuamente celebrar y compartir su vida, sin que ninguno de los dos afecte la vida del otro, en el sentido de espacio, libertad, amigos, viajes, etc. Definitivamente, ahora lo sé, si uno da amor, amor espera, no se puede seguir amando a alguien que no te corresponde, como dice el dicho “si tu me escribes, yo te contesto”.
RAMIRO.- Como cajamarquina, que eres, ¿quiénes crees que son los mayores exponentes de la poesía de tu región de procedencia?
EUGENIA.-Los más conocidos son Amalia Puga de Losada que nació en el distrito de Cajamarca, y que tiene poemas de estilo romántico. Justamente en el distrito de Ychocán (un distrito de la provincia de San Marcos, en donde estudiaron todos mis hermanos) existe un colegio Estatal que lleva su nombre. En la ciudad de Cajamarca existe la Plaza Amalia Puga de Losada con su monumento o estatua respectiva, y un Jr. Principal que también lleva su nombre. Otro exponente es Mario Florian, de la provincia de Contumazá, conocido como el poeta del nuevo mundo. Algunos de sus poemas más conocidos son Venadito de los montes, Arenga al peruano y Pastorala. También tenemos a Manuel Ibáñez Rosazza, conocido como el poeta del verso libre, que en su poesía lírica exalta la naturaleza y el paisaje. Además, tenemos a Felipe Alava y Alva, nacido también en Contumazá, cuya poesía también se destaca por el tinte romántico.
RAMIRO.- En el campo de la poesía, ¿podrías decirme quiénes son tus poetas preferidos  y por qué motivos?
EUGENIA.-Mis favoritos son César Vallejo, Bécquer, Amado Nervo, Benedetti, Rubén Darío, Neruda, Fernando Pessoa. Realmente, me encantan por la magia de cómo seleccionan las palabras precisas para conformar los poemas, pues, son unos verdaderos arquitectos del lenguaje poético.
RAMIRO.- Cambiando de tema, ¿qué opinas de la buena y mala suerte, no solo en el terreno amoroso sino en los demás campos de la vida? ¿Tú crees que es obra del destino, de una predestinación? ¿O será que son producto del medio? ¿La mala suerte estaría asociada en este caso a la falta de oportunidades para muchos?
EUGENIA.-La buena y mala suerte, uno lo hace, es nuestra actitud constante, frente a los desafíos del día a día, ya sea en el trabajo, estudio, pensamiento, etc. Por ejemplo, en el caso del amor, si a uno le fue mal, no es culpa de nadie, sino de uno mismo, porque uno  eligió a una determinada pareja. Aunque mucha gente tiene supersticiones y cree que es algo que está predestinado. Claro que a veces se dan las coincidencias o se da el azahar, que no tiene nada que ver con la sugestión de la buena o la mala suerte.
RAMIRO.-  “Las coplas cajamarquinas”, tu segundo libro, que ha  salido recientemente es el resultado de un trabajo de campo en tu provincia o también en las demás provincias de Cajamarca? ¿Esa labor de recopilación te hace sentir satisfecha o consideras que falta todavía mucho por recopilar en tu región?
EUGENIA.-Básicamente, es el resultado de un trabajo de campo en dos provincias, San Marcos y Cajamarca. Es poquísimo, porque el departamento de Cajamarca es grande, tiene 13 provincias. Francamente, falta muchísimo por recopilar. Y, sobre todo, estudiar la copla cajamarquina, además de la copla en otros países de Latinoamérica.
RAMIRO.- ¿A  tu juicio Eugenia, cuáles crees que son los más grandes desafíos y amenazas que le ha tocado vivir a la humanidad contemporánea? ¿Percibes tú alguna amenaza o desafío en especial?
EUGENIA.-Pues, como se sabe, el mal uso de la tecnología, las guerras nucleares, las epidemias, el aumento de la contaminación ambiental, el agotamiento de los recursos naturales, la violación de los derechos humanos, la superpoblación y otros. En particular, pareciera que en el futuro va a ver mucha hambruna, a parte de los desastres naturales que se están dando con mayor frecuencia, y que pueden venir en cualquier momento y no sabemos quién o qué nos puede salvar. Esperemos tener buen viaje.
RAMIRO.- Me gustaría saber si tienes algo más que agregar.
EUGENIA.- Voy a seguir trabajando en mis proyectos como son la poesía y mis otras investigaciones,aunque ahora estoy muy ocupada con la elaboración de mi tesis.
RAMIRO.- Muchas gracias Eugenia por tus interesantes declaraciones.
EUGENIA.- Gracias a usted también don Ramiro.
Eugenia junto al cañón y no al pie.

Eugenia en la ciudad imperial del Cusco.

Eugenia posando para la posteridad.



lunes, 9 de enero de 2017

Entrevista al escritor y poeta Isaac Huamán Manrique.



Isaac Huamán Manrique
Entrevista de Ramiro Sánchez Navarro
Isaac Huamán Manrique (Huancavelica, 1959) es Licenciado en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y también Licenciado en Educación por la Universidad Nacional de Educación “La Cantuta”. Es asimismo Especialista en Calidad Educativa y Acreditación Académica por la Asamblea Nacional de Rectores-ANR. En esta entrevista Isaac nos hace interesantes revelaciones sobre su trayectoria profesional en el campo de la educación, sobre su vocación de narrador y poeta, entre otros aspectos de su personalidad polifacética.
RAMIRO.- Tu vocación por la poesía, y particularmente la quechua, como nace en ti? Alguna vez me dijiste que el quechua lo habías aprendido en Lima, pese a que eres natural de Huancavelica, un departamento o región quechua hablante.
ISAAC.- En efecto, aprendí el quechua en Lima, con los cursos de Quechua del Programa Académico Profesional de Literatura, de la UNMSM. Todo esto debido al gran interés de saber quechua para trabajar la literatura quechua, lamentablemente poco trabajada o mal trabajada (hacer estudios sobre traducciones). Hice poesía quechua, hasta jakaru, porque entiendo que ellas deben desarrollarse con el orgullo que se debe.
RAMIRO.- Tu poesía no solamente está escrita en quechua y castellano, sino también en lengua Jakaru, una lengua en vías de extinción, hablada  por la comunidad de Tupe, en la provincia de Yauyos, departamento de Lima. Por ejemplo, tu poemario “Taki Tupi” está escrito en jakaru y español. ¿Dime ese poema es producto de tu conocimiento del jakaru o es que lo mandaste a traducir?
ISAAC.- Hice poesía jakaru de manera elemental porque me interesé en aprender algo de esa gran lengua; además porque me era muy cercano a mí por la madre de mi primera hija.
RAMIRO.- ¿A qué o a quién le cantas en tus poemarios “Waytay (1987), “Yawar Mayu” (1983), “Taki Tupi” y “Sombras y olvidos” (1999)? ¿Cuáles son tus constantes temáticas en estos poemarios?
ISAAC.- Waytay es una plaqueta quechua español, de corte amoroso, por no decir erótico; Sombras y olvidos, escrito en español, es una plaqueta de corte intimista e existencialista; Yawar mayu y Taki Tupi tienen la intención de hacer épica de las culturas quechua y jakaru, porque deben ser realzadas hasta límites intocados.
RAMIRO.- Eres autor de la tesis: “Poesía quechua actual”, comprendida en el periodo 1990-1995, y con la que te titulaste en 1996 en la UNMSM. Tu “Poesía quechua actual”, con el transcurrir del tiempo y nada menos que diez años, ha  pasado a formar parte de la literatura del pasado. A propósito, me gustaría saber si has hecho un rastreo de la poesía quechua de actualidad y como la misma ha ido evolucionando, así como quienes son ahora sus mayores exponentes.
ISAAC.- Sin duda, mi estudio es un corte diacrónico de la poesía quechua 90-95 del siglo pasado. No lo creo ser parte del pasado, porque, aparte a los trabajos de Julio Noriega, no hay estudios sobre la poesía quechua, sobre todo de la poesía quechua chanca. Estoy, de manera permanente, haciéndole un seguimiento a la poesía quechua, lo que resulta gratificante, porque me hace entender la voz de una de las culturas más importantes del territorio sudamericano.
RAMIRO.- ¿Podrías decirme de qué trata “La voz del trueno y del arco iris”, que es literatura de tu departamento de origen, Huancavelica y que tú publicaste en el año 2000?
ISAAC.- Este libro da cuenta de la historiografía literaria de la región Huancavelica. Brinda un panorama de los dos sistemas literarios, oral y escrito, de la zona. Este libro da cuenta de las voces provincianas en el diálogo nacional.
RAMIRO.- ¿Tu experiencia internacional en el 2003 como profesor de español en Corea del Sur qué tipo de satisfacciones o de enseñanzas te ha dado?
ISAAC.- Fui profesor de español en Corea del Sur el año 2000. Esta experiencia revolvió mi pensamiento, pues me hizo comprender que estamos en un país echado a perder por los políticos y por las clases dominantes. Me hizo entender que los planes de reconstrucción nacional son posibles de realizarlas, siempre en cuando haya compromiso de todos los ciudadanos. Isaac Huamán Manrique tiene dos mentalidades: antes de conocer Corea del Sur y después de conocer Corea del Sur.
RAMIRO.- Tu labor como Documentador y editor de Chirapaq, un Centro de Culturas Indias, como bien señalas, ¿Qué tipo de experiencias te ha dado? ¿Tú dirías que te ha hecho más conocedor de la problemática indígena peruana y hasta quizás Latinoamericana?
ISAAC.- Chirapaq consolidó mi ser quechua, mi ser indígena. Me hizo saber que lo mejor que tiene un país viene precisamente de las culturas originarias.

RAMIRO.- Cambiando un poco de tema, te pregunto ¿Cómo ves el futuro de las lenguas nativas en el Perú y en el resto de América? ¿Tú crees que ellas tienen futuro o será que están condenadas a la extinción en forma lenta pero inexorable? ¿A tu juicio, qué futuro le depara al quechua y al aymara, particularmente, ya que son las lenguas más habladas en el Perú y el resto de países andinos?
ISAAC.- Sin duda, cada vez se habla menos una lengua de origen precolombino, lo que hace pensar que la extinción sigue su curso. No se puede negar que el quechua está siendo revalorado en los últimos años, lo que puede alargar la extinción del quechua, pero no existe una política nacional de conservación y desarrollo de todas las lenguas aborígenes.
RAMIRO.- ¿Tú consideras que la enseñanza aprendizaje de las lenguas nativas hasta el tercero de primaria realmente les garantiza un futuro promisorio? ¿Qué debería hacer el Estado peruano para asegurarles de verdad ese  futuro halagador a las lenguas autóctonas?
ISAAC.- Los gobiernos regionales tienen la heroica tarea de revalorar las lenguas aborígenes de sus territorios. Esperar esto del gobierno central es inútil.
RAMIRO.- ¿Qué valor le asignas tú al rescate de las oralidades en el Perú? ¿Tú crees que dicho rescate contribuye a afianzar la identidad cultural de nuestros pueblos?
ISAAC.- La oralidad en el Perú es una forma de sobrevivencia y resistencia cultual. No tenerla en cuenta es negar un sistema ideológico que se mantuvo y mantiene en la voz y la memoria. Para conocernos tenemos que buscarnos sobre todo en la oralidad.
RAMIRO.- En el prólogo (p.11) del último libro de relatos “Caballito de siete colores” (2016) incluyes una interesante cita textual del tarmeño Adolfo Vienrich, autor de “Azucenas quechuas”, referente al criollismo de Gamarra, desdeñado un tanto por los nativistas como él, pero El Tunante era igualmente un escritor costumbrista. ¿A ti no te parece que el costumbrismo es igualmente una corriente que contribuyó a fortalecer la identidad cultural de nuestros pueblos y del que formaría parte el rescate de las oralidades?
ISAAC.- El costumbrismo fue una corriente venida de España, con espíritu notablemente nada peruano. Considero que Gamarra se ató a la única forma literaria de moda, mientras que Vienrich, siendo hijo de alemán y peruana, por la ideología gonzalezpradista del verdadero peruano es el indio, fue más nuestro. Gamarra no logra ser original.
Ramiro.- Volviendo a la actualidad de nuestro mundo cambiante, quisiera preguntarte sobre los desafíos y amenazas del mundo actual, ¿cuáles crees que son?
ISAAC.- El capitalismo galopante que nos conlleva a la destrucción de la humanidad. Si no prospera una verdadera democracia, que lo dudo completamente, no tendremos un mundo futuro sin problemas.
RAMIRO.- ¿A tu juicio, la buena y mala suerte existen o será que el sistema imperan te condiciona la vida de las personas?
ISAAC.- Pregunta compleja. No dejamos de ser parte de un sistema socioeconómico y político. Si la suerte lo vemos con ojos pequeño-burgueses, con el individualismo del caso, la mala suerte lo podemos cambiar en buena suerte, que es relativamente fácil; pero si lo vemos como un asunto social, todo cambia.
RAMIRO.- Si algo más quisieras agregar, te dejo la tribuna libre
ISAAC. Nada.
RAMIRO.- Muchas gracias Isaac por tus respuestas.